En los círculos psicodélicos circula la leyenda de que un grupo de
elite tiene el control sobre el “grifo” del LSD del mundo y están
dispuestos a abrirlo en el momento que “se haya elevado el nivel de
conciencia de la Humanidad”, por aquello de soportar el arreón. Puede
que suene a utopía lisérgica pero durante la década de los 90 un solo
hombre llegó a fabricar el 90% de todo el LSD que se consumía en el
mundo. Y lo hacía desde un viejo silo nuclear, lo cual le da diez
micropuntos más en su leyenda.
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